miércoles, 10 de septiembre de 2014

El Otro


"Cada vez que la sociedad deja sin medios de subsistencia al hombre pequeño, mata el funcionamiento normal y el autorrespeto normal del mismo y lo prepara para aquella última etapa en la que estará dispuesto a asumir cualquier función. Las calamidades de nuestro tiempo pueden convertirlo en cualquier momento en juguete de la locura y la crueldad". 


Intentando estudiar encontré esto. Un texto escrito por Hannah Arendt en Noviembre de 1944, dentro del libro "La tradición oculta". Apenas leí la primer parte, la marqué como suelo hacer con cosas que me llaman la atención. Cuando leí la segunda oración, agregué un "genial" al costado del fragmento. Un genial que es real y por ser real, también es lamentable. Un texto escrito hace sesenta años atrás nos está mostrando una realidad que ya pisa nuestros talones. 

Hannah Arendt, alemana, judía, filósofa y autora de destacados libros, es quien se pregunta por la responsabilidad de aquellos que sólo cumplían órdenes dentro de la Alemania nazi. ¿Desde cuándo es un crimen cumplir órdenes? Para ella, el llamado "padre de familia", quien sirve a la "maquinaria de la aniquilación", es el que se transforma de miembro responsable de la sociedad interesado en asuntos públicos a alguien pendiente únicamente de su existencia privada.

Cuando terminé de leer, pensé inconscientemente como en las novelas: cualquier semejanza con la realidad... es pura coincidencia, ¿no? ¿Por qué un texto de 1944 puede compararse tan fielmente con este 2014?  ¿Qué es lo que está pasando en nuestra sociedad?

Es fácil mirar el caos que nos rodea mientras nos convertimos en un Poncio Pilato que se lava las manos. Incluso puede parecer fácil opinar sin haber vivido o sin haber sentido lo que una persona, víctima de la inseguridad, siente. Entiendo la bronca y el dolor que hay, pero pasar de eso al rencor, al odio, al "querer matar a todos" porque sí, porque se nos canta, no puedo comprenderlo ni de casualidad. ¿No estamos actuando nosotros como ese padre de familia que deja de lado lo público para mirar sólo y únicamente su existencia privada? ¿No es un hombre egoísta aquél que se queja y sólo ve a la inseguridad cargada de hechos delictivos y criminales como algo que es parte de gente que "vive en la villa", "que es ignorante y delincuente" y que por eso merece morir?

¿Qué pasa con aquellas personas que en algún momento fueron pequeños niños que nunca tuvieron otra realidad para contemplar y vivir? ¿Quién soy yo para merecer más que ellos y por esa  misma suerte o casualidad de la vida, del destino, o de Dios, no haberme convertido en una persona que sale a robar? ¿Quién soy para tener más de tres pares de zapatillas?

Si a un chico no lo sacás de esa realidad que se cae a pedazos, si no le das una educación que le sirva como herramienta, si no le enseñás ni le hacés ver valores en su entorno... ¿Cómo pretendemos encontrar algo diferente de aquello que está pasando? ¿Qué es lo que nos asombra? ¿Que no haya "humanidad", acaso? ¿Cuál es la humanidad que ponemos en práctica nosotros? Estoy de acuerdo con que ninguna persona puede decidir sobre la vida o la muerte de otra. El arma resulta un instrumento de poder que llena de impotencia. Manipularlo significa que manipulen nuestra vida. Pero, ¿cómo hacer valer la vida de otro cuando la propia vida no vale nada?

La gente está cansada, y es entendible. Yo también estoy cansada de prender la tele y escuchar noticias repetitivas días tras otro, día tras otro. Y me angustio, me pongo mal, me lleno de empatía y agradezco otro día más de que mi familia esté bien. Pero cuando escuchás a alguien que no tiene vergüenza en decir: "Esos chicos son unos reverendos hijos de puta", ¿qué se puede pensar? A esos chicos, señora, le robaron la vida que merecen: le robaron sus derechos.

Juro que no entiendo qué es lo que podemos pretender si paralelamente a la tan nombrada inseguridad, se sigue discriminando, se sigue faltando el respeto, se siguen incumpliendo normas... ¿Cuánta humanidad tenemos nosotros que no salimos con un arma pero que nos cruzamos de brazos ante todo el que pasa por al lado?

Sé que muchos piensan diferente. Me cuesta aceptarlo, pero lo respeto. Esta situación nos pasa por al lado, nos toca, nos empuja, nos hace reflexionar muchas cosas. Es un problema de años, de gobiernos malos, de políticas aún peores, de falta de justicia y de educación. De sociedades envueltas en ese individualismo de existencia privada en el que somos yo, yo y nada más que yo. No se soluciona de un día para el otro, está claro. Aunque estaría bueno reflexionar sobre cuánta responsabilidad nos merecemos y cuán culpable es ese "otro" al que miramos con ojos hostiles.



"Las calamidades de nuestro tiempo pueden convertirlo en cualquier momento en juguete de la locura y la crueldad". 


1 comentario:

Andrea dijo...

Mucho más culpables somos los que miramos para otro lado.

Un beso enorme,

Alicia