jueves, 6 de marzo de 2014

Hay historias que se celebran


-Le dije que se sacara el bigote porque así no me gustaba...
-¿Y qué hizo?
- Se lo sacó, obvio.

Hace veintiséis años atrás, en un lugar escondido en el universo, una pareja de jóvenes sincronizaba relojes: el mundo se había detenido en ese instante en que decidieron quererse.

El 5 de marzo de 1988, él llegó con un amigo luego de haber jugado un partido de fútbol con la intención de ser presentado a la hermana de la novia de éste. Ella estaba mal; la desazón que provoca el desamor no conoce de ligerezas. "Es cuestión de tiempo". Pero el destino, las casualidades y la alineación de los planetas, hicieron lo suyo: el día de conocerse estaba escrito. 

El joven interesado apareció de short rosa chicle, remera amarilla, ojotas y un infaltable bigote galán que buscaba resultar seductor. Los pantalones eran de los cortos, de los bien cortos. De esos que hoy resultan irrisorios. Ella, después de decidirse salió al fin de su habitación. Le daba vergüenza conocer a alguien nuevo. ¿Qué pensaría él? ¿Y si no le gustaba? ¿Si todo el encuentro resultaba una mala idea? El amor profetizado puede resultar presionado por las partes celestinas. Y eso, justamente, es lo que más le aterrorizaba.

Finalmente lo conoció. Tomaron tereré y pasaron la tarde en grupo. Aquí es donde pongo en práctica mi intuición. Me imagino un ambiente un tanto incómodo por el reciente vínculo que se había iniciado. Sin duda, habría un sofoco interno en ambas partes, quizás ganas de mostrar los mejores atributos que uno tiene y por qué no,  señales de simpatía e interés por conocer más a la otra persona.

Para profundizar ese inicio, quedaron en salir los cuatro por la noche. Después del baile y una vez sentados en la verja de la casa de ella, él le propuso que se volvieran a ver el fin de semana siguiente. Pero la propuesta no se limitaba a eso. Las palabras fueron y vinieron, metieron miedo, intimidaron, sufrieron de una aguda timidez hasta que finalmente largaron un: -¿Querés ser mi novia? Hoy, en este 2014 que avanza en algunos aspectos pero que en otros retrocede a pasos agigantados, yo salgo corriendo. Quiero decir, si alguien me propone noviazgo el mismo día en que nos conocemos creo que primero me río y después empiezo a considerar que está loco. Pero estamos hablando de otros tiempos, de otros pensamientos, de otras realidades. Antes quizás sí se podía empezar a querer a alguien desde los primeros instantes compartidos.

La historia tiene final feliz, como los que me gustan a mí. Ella aceptó. A las dos semanas él quería empezar a comprar muebles; se casaron tres años después y un 6 de marzo de 1992 tuvieron su primer hija, día que coincide con el noviazgo apresurado que decidieron juntos. 

Así los celebro hoy. Mi cumpleaños número 22 es gracias a ese 6 de marzo de 1988 en que eligieron formar parte de un amor inmenso. Cuando le pregunto a Madre cuál es su conclusión de toda esta historia me dice entre risas que el amor llegó solo y justo cuando lo necesitaba. 

-O sea que podemos decir que "el amor llamó a tu puerta"...
-Yo siempre pienso eso.  No tuve que buscarlo porque estaba ahí.




2 comentarios:

Garriga dijo...

otros tiempos, nena, otros tiempos.
no habia otra situación que noviar y este de los pantalones cortos era un apurado. Se ve que quedaron flechados. Habìa que remar y remar como un pavote y después declararte. Dios, cuánto tiempo... y cuantos rebotes jajaja

Unknown dijo...

Me encantó. Ya te lo dije, y lo repito, amo como escribís.