domingo, 4 de agosto de 2013

No todo lo que brilla...


La desilusión de lo que, en principio, tenía la impronta de ser un gran profesor es como la desilusión del amor de tu vida. Ahí lo ves, destacando entre la multitud, creyéndolo especial, (decir único creo que ya es demasiado), admirándolo mientras te convencés de que la elección de esa comisión nunca podría haber sido mejor. Incluso llegás a regodearte entre la masa estudiantil diciendo que el profesor que tenés es un genio y que las clases que da están bárbaras

Un brote de orgullo te surge cuando alguien te responde que en comparación a este profesor, la cátedra que eligieron es horrible, que no entienden nada, que se arrepienten de no haber elegido la misma. Bueno, no te preocupes, creo que da otra materia en tercer o cuarto año. Hay que apurarse para inscribirse...  Y mientras tanto, la seguridad de haber seleccionado al mejor entre tantos, te hace sentir una grosa. Eso les pasa por giles, miren a quién tengo yo. 

Las primeras semanas todo muy lindo, muy motivador. El enamoramiento es casi una droga alucinógena donde, en vez de ver a un bombón romántico al estilo Ashton Kutcher en Muy parecido al amor, vemos un hombre flaco, de estatura media, hiperactivo, charlatán y perturbador. Poseedor de una particularidad que no puede pasar desapercibida: utilizar 300 mil caracteres por minuto. Aún así, todo parece estar bien. Tan malo no debe ser si al principio era el mejor. Pero, lamentablemente, (porque siempre hay un pero y siempre es lamentable) la ilusión se pincha como una piñata repleta de golosinas, y mientras todo el mundo se golpea y se estruja para lograr llegar a los caramelos de dulce de leche, vos te preguntás cómo pudo haber pasado esto. 

Es sabido, el momento de mayor fragilidad es cuando estamos ensimismados en eso que creíamos perfecto. Ahí perdemos nuestro eje, nuestro centro, nuestro yo. El magnánimo y bondadoso profesor terminó siendo uno más, que no sólo no se destaca entre el tropel de profesores, sino que además, llega a ser peor que cualquier otro. Es un simple mortal, no una divinidad omnipotente. Malas correcciones, mala onda y mala vibra, consignas imprecisas, quejas constantes y un ego que da piel de gallina. ¿Justo yo tuve que elegir esta comisión?

Pero bueno, tranqui, no te preocupes... creo que da otra materia en tercer o cuarto año. 


3 comentarios:

L. Avellaneda dijo...

... Como si se hubiera roto una burbujita...

¡Espero que te sean leves las clases del señor plomo con mala vibra! ¡Revisá cada corrección para asegurarte tus notas y que su mala onda no te contamine ni achique esa hermosa luz tuya!

¡Abrazo!

Anónimo dijo...

Hola!
Bueno, sinceramente espero que las clases te sean leves. Un profesor, es un profesor, y por mas que sea lo copado que vos quieras. Al fin y al cabo esta ahí para educarte, y evaluarte. Y eso ultimo, no esta copado.
Éxitos!

Mica dijo...

Y acá se cumple claramente el famoso refrán; "las apariencias engañas" un beso Anto, a remarla, que cuesta pero se puede! Mucha luz!