viernes, 5 de octubre de 2012

Fingiendo la palabra



En el medio de una clase apunté el texto "Las palabras violadas" de Julio Cortázar. Recomendación del profesor.

Lo registré por el título y por el autor, dignos de mención. Llegué a encontrarlo en un blog de pura casualidad y me sentí tan absorbida que no pude menos que transportarlo. Para quienes estén interesados pueden leerlo acá

El texto en sí refleja la pura realidad que se vivió y se sigue viviendo. No es mera coincidencia que las palabras de don Julio sigan teniendo un sabor exclusivamente actual en esta sociedad de palabras gastadas, enfermas y hasta en desuso.

Increíble cómo contagian los textos, excediendo la magia que conlleva la infinidad de voces, la proclamación del espíritu que va de la mano de verbos, de expresiones, de mundos. Cada discurso es una promesa, un juramento que atestigua lo ficticio y lo real.

En esa agitación constante es donde encuentro (como Cortázar encuentra en los discursos imperialistas o fascistas) "palabras que terminan por agotarse, por perder poco a poco su vitalidad".

Basta darnos vuelta. Basta prestar atención, mirar alrededor. La palabra te quiero como sinónimo de pactos acuartelados, de baratijas de amores descartables en terapia intensiva. He llegado a conocer personas que con un te amo arreglan hasta la más larga lista de angustias y reproches.Un pequeño ejemplo que nace en escenas incrédulas y desemboca en un diccionario completo de palabras que salen por inercia, por obligación y sin el mínimo interés.

Para regalar o ser deleitada con palabras manchadas de mentiras prefiero quedarme sin obsequio.
Quizás por eso alguna vez Borges proclamó: "No hables al menos que puedas mejorar el silencio." 



4 comentarios:

Francisco Guillamet dijo...

Cuando la palabra deja de ser sincera y se transforma en una herramienta para someter. Claro que pierden vitalidad, si es que algo les queda. Muy bueno el texto y genial la frase de Borges. Saludos

Ale dijo...

Gustan, gustan los cambios. Mirá, no conocía la de Borges, conocía la de Beethoven: no digas nada que no sea más bello que el silencio. De quién será??

Besos Antoooo

- dijo...

Es cierto. La gente usa el "te quiero" como si fuera la llave con la que desencadenar una relación basada en el sexo. Están rebajando su sinceridad y su concepto.
A veces me pregunto si, algún día, los te quiero se utilizaran como un ¿te quieres liar conmigo?

Que tristeza.
<3

Julieta en jumper dijo...

Que las palabras tengan tanto poder es triste, peligroso, pero también hermoso.
Me encanta cómo quedó tu blog, está genial!
Un beso!