martes, 27 de noviembre de 2012

Lleno de memoria


"Pobres, lo que se dice pobres, son los que son siempre muchos y están siempre solos.
Pobres, lo que se dice pobres, son los que no saben que son pobres."
Eduardo Galeano

Pertenezco a un grupo de amantes a las palabras que se encuentra constantemente en un campo de batalla minado de tecnologías que buscan atentar contra ellas. Dejarlas de lado es una conspiración de guerra interna. No sólo perdemos lenguaje, sino que también olvidamos nuestra identidad, nuestra forma básica de relación que permite mantenernos próximos.

Las redes sociales y las páginas de Internet que buscan concientizar un "mundo conectado" suelen formar parte de una mentira con segundas intenciones que muy pocas veces podemos observar. Su uso puede variar pero los extremos son siempre peligrosos. El hecho de tomarnos a flor de piel un sitio virtual nos lleva a creer que todo lo que hacemos a través de él se convierta en algo real. En algo tan concreto como las palabras dichas con la cara de frente.
Me pasó y me sigue pasando: Conocer gente que se cree que los sentimientos se borran con tan sólo un click. Ahorre tiempo. Hágalo usted mismo de manera fácil y rápida. ¿Para qué perseguirse con cargos de conciencia? ¿Para qué lastimarse y hacerse la cabeza por problemas que no requieren de mayores inconvenientes que presionar una ventana con acceso directo al Eliminar?

Suena sencillo y es más sencillo aún creerse el cuentito barato. Borrar de una pincelada a una persona. Eliminarla de todos lados. Una simulación casi exacta que nos lleva a creer que nunca existió. Ni la persona, ni el sentimiento que nos unía a ella.  Qué manera fácil de vivir. 

No lo niego, a veces puede resultar terapéutico. Se da una evaporación automática y casi natural que en el momento lastima (¡y cómo!) pero que termina ayudándonos a olvidar. Es un buen paso para el bienestar personal y el orgullo del amor propio. Aunque  acudir a estos métodos de cobardía de buenas a primeras haciendo que el otro se entere de casualidad mediante un lenguaje más incomprensible que señales de humo, termina siendo un ataque con bombas molotov asediando un pueblo completo. O una goleada a los quince minutos del primer tiempo con dos hombres de menos, para ser bien gráfica con los hombres.

Hacernos íntimos amigos de la cobardía que nos brinda esa virtualidad no es la solución. Que las máquinas no nos consuman, que ese mundo imaginario no nos trague, que la comodidad no nos aceche. Las palabras pierden significado cuando quedan revestidas con la falta de sinceridad. Porque el facilismo de creer que los sentimientos se borran apretando un botón nos está destruyendo por completo. Porque como el olvido está lleno de memoria, nunca sabemos cuando vamos a volver a cruzarnos en las paredes de nuestros recuerdos.


3 comentarios:

Milu dijo...

No se puede borrar a alguien o sentimientos con un click, ojalá fuera así

Julieta en jumper dijo...

Es curioso el sacar a alguien de una lista de amigos, pretendiendo que así salga de nuestra cabeza, o nuestro corazón.
Por algo intentamos empezar. Pero es cierto, eso no es garantía de que funcione.
Besos!!

Nelson dijo...

Qué bueno cuando me doy un paseíto por los blogs y encuentro así cosas tan interesante. Planteamientos que implican que el escritor/a se ha dado un tiempo a la reflexión. Muy bueno y muy interesante. Me has hecho recordar, un poquito, a un libro de Paula Sibilia, "El hombre postorgánico".